LA VICTORIA, SIN NOSOTRAS,  NO ES POSIBLE

De nuevo las mujeres volvemos a demostrar que nuestra generosidad y nuestro pensamiento feminista y transformador se antepone a la guerra de los egos. Somos muy conscientes del arduo camino que hemos tenido que recorrer hasta llegar a donde nos encontramos en este momento a nivel político, un escenario, que por cierto, es el más favorecedor para las auténticas fuerzas democráticas desde la época de la transición.

No obstante, las cosas podrían haberse hecho de otro modo, el enfoque de construcción de esta coalición que ahora nos ocupa y sobre la que depositamos toda la ilusión del cambio tan necesario, podría haber sido integrador y dignificante. Nos apena, claro que sí, pero somos capaces de trascender esas lindes para valorar lo mucho que hay en juego. Las formaciones políticas estamos integradas por hombres y mujeres, y nuestra voz (la de las mujeres), suele quedar relegada en este imaginario colectivo de la estructura política. Sin embargo, eso no nos hace desistir de la enorme tarea que tenemos por delante, pues es nuestra obligación aportar una mirada transversal, igualitaria y transformadora desde las bases de mujeres que estamos a pie de calle y sobre las que recae la enorme responsabilidad de hacer valer los derechos de algo más del cincuenta por ciento de la población.

El narcisismo de las pequeñas diferencias nos ha conducido hasta aquí, hasta un escenario enormemente alentador pero también donde volvemos a sentirnos relegadas a un espacio invisible. Una vez leídos los cincuenta puntos del acuerdo de una coalición, cuyo nombre podría haberse pensado y repensado algo más, nos empoderamos y comprendemos que somos más necesarias que nunca. El ecofeminismo, como perspectiva ideológica y política nos pone en alerta de aquellos asuntos imprescindibles que han quedado fuera del acuerdo, como es la necesidad de propiciar un debate y una interlocución ciudadana seria en torno a la necesidad de generar una Cuestión de Estado en relación a la Violencia Machista entre todas las fuerzas políticas de este país o la eliminación de la custodia compartida impuesta y el régimen de visitas a los menores de los maltratadores condenados. No podemos permitir que la libertad de las mujeres continúe pagándose con su propia sangre y las de sus hijos e hijas. Por eso, las mujeres que integramos las formaciones políticas tenemos la obligación de escuchar las voces, como mareas, de cientos de colectivos de mujeres organizadas de todo el estado y de la ciudadanía en general para hacer posible que ese pacto sea real.

Desde la RQM queremos poner de manifiesto la enorme ilusión que depositamos en este proyecto, donde las fuerzas democráticas se unen en un frente a la izquierda del bipartidismo para ofrecer alternativas reales para la mejora del bienestar de una mayoría social que ya ha soportado bastante. Sin embargo, no queremos dejar pasar la enorme necesidad de que la voz de las mujeres sea tenida en cuenta en pie de igualdad y animamos a nuestros compañeros a descomprimir ciertas formas verticales y poco generosas para que sean capaces de integrar la mirada imprescindible que aportamos. Nuestro interés supremo está en aportar y construir fórmulas amables donde todas las voces sean recogidas en pie de igualdad y por eso lamentamos estas derivas excluyentes. No somos invisibles, ya lo demostramos el 7 de noviembre en las calles de Madrid, y no vamos a serlo porque somos muchas y nos reconocemos entre nosotras como interlocutoras válidas dentro de esta coalición que nos ha de representar en un futuro.

Desde la RQM continuamos reivindicando la necesidad de recoger en los programas perspectivas de género, medidas reales para la igualdad y equidad entre los géneros y un pacto de Estado contra la violencia machista. Y además, queremos que todo eso se haga desde el marco del respeto a los límites físicos de este hermoso planeta que habitamos, que se propicie una economía más sostenible y solidaria, que nuestros hijos e hijas puedan ser educadas en igualdad con fondos públicos con garantías y que se atienda a la diferencia en toda su complejidad.

¿Pedimos mucho? No. Pedimos lo justo. Y no nos rendimos. Seguimos tendiendo puentes al diálogo, a la construcción colectiva y a la puesta en marcha de espacios políticos amables, favorecedores e integradores. Damos la mano a las compañeras de otras formaciones políticas en el seno de este proyecto conjunto para trabajar en sororidad, y para, junto a nuestros compañeros, alejarnos de polémicas estériles y ser capaces de derribar al bipartidismo desde el seno de un constructo equitativo y vital.

No podemos dejar pasar esta oportunidad histórica, pero hemos de poner en valor la importancia de un hecho irrefutable: la victoria, sin nosotras, no es posible.